Traslado de los restos a Tarata
Hasta 1835 los restos de San Severino se quedaron en las catacumbas de San Calixto de la Vía Apia. En este año P. Andrés Herrero, Procurador de las Misiones en la República de Bolivia de la América del Sur, pidió al Santo Padre, el Papa Gregorio XVI, algunas reliquias para los conventos de Bolivia. De este modo llegaron a Bolivia, La Paz, el 6 de abril de 1835, los cajones donde venían los cuerpos de los Santos Mártires: Santa Felicidad, San Plácido y San Severino.
Las reliquias de San Severino fueron destinadas por expresa voluntad del Papa al convento “Propaganda Fide” de Tarata. La llegada de las reliquias de San Severino a la Villa Madrid de Tarata está registrada el 18 de Julio de 1835. Desde entonces es el patrono de la ciudad de Tarata.
El cardenal Plácido de San Benito, Vicario General del Santísimo Papa y Juez ordinario de la Curia Romana, sacando los restos de San Severino y entregándolas al padre Herrero le dio por escrito esta recomendación: “A todos y cada uno de los que leyeran las presentes letras, dejamos constancia y atestiguamos que, nosotros para mayor gloria de Dios y sus santos, reconocemos con veneración y damos como un obsequio al muy R.P. Fr. Andrés Herrero, EL SAGRADO CUERPO DE SAN SEVERINO MARTIR, en nombre propio para la ciudad de Tarata en al Alto Perú, sacado por nosotros por mandado de S.S.D.N.P.P. Gregorio XVI, el 2 de marzo de 1834 del cementerio de San Calixto de la Vía Apia, con un vaso teñido de su sangre y con esta inscripción esculpida al pie del mismo sepulcro: SEVERINUS DEPOS IN PASE.
Este mismo cuerpo lo hemos puesto en un cajón de madera cubierto con un papiro pintado, bien cerrado y amarrado con un cordón de seda de color rojo y la impresión de nuestro sello y el mismo que le hemos entregado con la recomendación y facultad de tenerlo para sí, o de donarlo a otros que le puedan sacar fuera de Roma y exponerla a la pública veneración de los fieles en cualquier oratorio o iglesia. Para su constancia les entregamos en estas letras testimoniadas firmadas por nuestra mano, ratificadas por nuestro sello y firmadas, mandando su ejecución por el infrascrito Custodio de las Sagradas Reliquias. Roma, en nuestra residencia el día 25 de abril de 1834.”
Llegando a Bolivia el padre Andrés Herrero con las reliquias auténticas de los Mártires, –dicen las crónicas– tuvo un recibimiento apoteósico en Tarata la comunidad franciscana del convento en gran número de religioso se trasladó a la estación. Las autoridades y todo el pueblo en sí acudieron al recibimiento, las campanas se echaron a vuelo, miles de flores volaban al aire, bandas y vítores llenaron de alegría el ambiente después de una procesión solemne por las principales calles se llegó al Convento donde fueron depositados en un altar dedicado al Santo Mártir.
Los padres Franciscanos reunidos en cabildo con las autoridades y principales vecinos tomaron acuerdos en cuanto al señalamiento de la fecha de su festividad anual, señalando sea el tercer domingo de noviembre como fecha clásica de ésta festividad.