Historia de la Orden de los Hermanos Menores

San Francisco de Asis

Francisco de Asís nació en Asís, Italia, entre el año 1181/1182. Después de una juventud disipada, se convirtió y de él tuvo origen la Orden de los Hermanos Menores, comúnmente conocida como Franciscanos. Pronto una mujer joven, Clara de Asís, quiso compartir su forma de vida y de ella nació la Orden de las Hermanas Pobres, más tarde fueron llamadas Clarisas.

Él también inspiró el nacimiento de la Tercera Orden Franciscana, hoy conocida como Orden Franciscana Seglar. En 1219/1220 Francisco fue a Egipto, donde se reunió con el Sultán; este encuentro inspiró el origen de la Custodia de Tierra Santa, que es el nombre de la comunidad de frailes que mantienen la antigua presencia franciscana en Jerusalén y en los santos lugares.

Un rayo de sol auyenta a
muchas sombras

Francisco recibió los estigmas en 1224 en la Montaña de La Verna, y al año siguiente compuso el Cántico del Hermano Sol, un poema de oración y de alabanza a Dios, el Creador de todo lo que existe.

En 1979, esta oración y su actitud de reverencia hacia todas las cosas creadas le llevaron a ser proclamado “celeste Patrono de los cultivadores de la ecología”. Francisco murió el 4 de octubre de 1226 en Asís y fue declarado santo en 1228.

La orden Franciscana de los Frailes menores

La Orden de los Hermanos Menores, fundada por San Francisco de Asís, es una fraternidad en la cual los hermanos, siguiendo más de cerca de Jesucristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente, por la profesión, a Dios sumamente amado, viviendo en la Iglesia el Evangelio según la forma observada y propuesta por San Francisco de Asís.

Los hermanos, seguidores del carisma de San Francisco de Asís, están obligados a llevar una vida radicalmente evangélica, es decir: en espíritu de oración y devoción y en comunión fraterna; a dar testimonio de penitencia y minoridad; y, abrazando en la caridad a todos los hombres, a anunciar el Evangelio al mundo entero, a predicar con las obras la reconciliación, la paz y la justicia y a mostrar un sentido de respeto hacia la creación.

Misiones Franciscanas

Cristo con el Misterio Pascual, el Misterio de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión, se ha constituido en Señor del cosmos y de la historia de la Iglesia. El triunfo de Jesús es el inicio del mandato misionero a sus discípulos de entonces y también de ahora, para todos los bautizados. Como Jesús fue el testigo del Padre, así nosotros los bautizados debemos ser testigos de Cristo, el Salvador de toda la humanidad. El que tiene una fe profunda es misionero.

La historia de la misión cristiana es deudora a Francisco de Asís no sólo por haber sido el primer fundador que incluyó en la Regla un capítulo especial sobre las expediciones a tierras de infieles, sino porque abrió una era nueva a la evangelización universal. San Francisco organizó la vida de los hermanos que quieran ir entre infieles, dentro de un marco de respeto a sus creencias y desde la convicción de que sólo Dios puede mover los corazones y hacer que se conviertan a la fe cristiana. A los hermanos sólo les compete anunciarlo, más con obras que con palabras y, cuando llegue el momento oportuno, disponerlos para que se bauticen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu.

El planteamiento que hace Francisco de la presencia de los hermanos entre los no cristianos es el de testimoniar la propia vida evangélica. Por eso, más que enzarzarse en disputas y controversias, hay que estar pacíficamente entre ellos a través de un diálogo existencial, que evidencie la fe desde la que se vive y para la que se vive. En definitiva, se trata de estar allí como cristianos que conviven con los antiguamente llamados infieles.

Misiones Franciscanas en America

Los franciscanos fueron los primeros frailes en arribar en América entre los años de 1523 y 1536. Ya antes, en 1485 los franciscanos dieron hospedaje a Cristóbal Colón en el monasterio de La Rábida, apoyando su empresa descubridora. Entre los religiosos de este convento el Almirante encontró ayuda tanto científica como espiritual. Hombres como fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena fueron claves para sus intereses, ya que le ayudaron en sus contactos con la corona y con la marinería de la zona. Fueron ellos los que le pusieron en contacto con Martín Alonso Pinzón (codescubridor de América), rico armador, gracias al cual consiguió ayuda económica y reclutó los hombres necesarios para la empresa.

La preocupación principal de los franciscanos fue siempre la de evangelizar a los pueblos originarios de estos nuevos territorios

Contribuyendo en la reorganización social de los pueblos indios, asegurando su autosuficiencia económica, además de su autonomía social y política. Su ideal de conquista era ganar almas entre los indígenas, de acuerdo a la utopía del retorno a un cristianismo primigenio por el que habían luchado en Europa desde el siglo XIII y ahora se presentaba la ocasión para llevarlo a cabo en el Nuevo Mundo. Los franciscanos pensaron que en América se tenían las condiciones óptimas, de las que carecieron en Europa, para construir su utopía social como siempre habían aspirado.

La labor misional en la Nueva España que motivó a estos tres franciscanos fue ganar almas para compensar las ánimas perdidas en Europa con motivo de las luchas de la Reforma religiosa. Los mendicantes se sintieron atraídos a estas tierras al ver la posibilidad de crear un cristianismo basado en la pobreza y el trabajo como San Francisco de Asís lo propagó.

Los ideales se concretaron en una labor educativa, enseñando oficios a los naturales, guiándolos bajo los objetivos y principios de la reforma de la iglesia, que se había promovido en España desde el año de 1496.