A la llegada de los españoles, Tarata, estaba poblado por comunidades aymaras y quechuas, con predominio de esta última, pero con permanencia de las costumbres y tradiciones de la primera. El nombre de Tarata, según se colige, provendría de las voces quechuas “Tarapampa”, que traducidas al castellano, sería “llanura donde crece el árbol de la tara”, de cuyo fruto se extrae el tonino, para curtir cueros; y cuando llegan los españoles, este vocablo se transforma para llamarse Tarata, como ahora se lo conoce.

Los primeros españoles llegaron a estos lugares atraídos por su suelo fértil y su clima benigno, pidiendo a la Corona repartimientos y encomiendas para realizar un comercio fluido con Potosí, una zona eminentemente minera.

El primer español que llegó a estos lares, fue Don Francisco de García en 1550. La época de 1600 a 1800, fue de gran progreso para la Ciudad de Tarata, las edificaciones de todo el pueblo eran y aún hoy se conservan como en la época colonial e inicios de la república.