Historia del Convento de Tarata

El Convento Franciscano de San José de Tarata, declarado como Monumento Nacional en 1971

Constituye junto a su Iglesia y su agraciada plazoleta, un precioso complejo arquitectónico con un pasado de gran importancia histórico religiosa. Situado hacia el noroeste de Tarata, el convento con muros hechos de adobe de más de un metro de ancho, consta de dos plantas. 

Está conformado por un amplio claustro cuya planta baja tiene dilatadas galerías con columnas talladas en piedra y arcos de medio punto de ladrillo, los cuales soportan un entrepiso de madera, barro y ladrillo, y cuyo reborde emula artísticamente el cordón de un hábito franciscano. 

En esta planta está situado el comedor de los religiosos que aún exhiben muebles coloniales además de una bodega de vino con vasijas de enormes dimensiones. 

Se destacan además unos amarres de cuero y revestimiento de cal, y el revestimiento del piso que es de ladrillo pastelero, igualmente todo de hechura colonial..

Tres escaleras conducen a la segunda planta, donde antiguamente estuvieron las habitaciones de los religiosos. Actualmente se tiene allí, una biblioteca con más de 6000 volúmenes de libros mayormente de temática religiosa. Existe una edificación contigua a la iglesia de San José, de tipo republicana que funcionaba como escuela. Presenta aberturas y arcos ojivales, de tendencia neogótica, su construcción es de principios del siglo XX, esta edificación sirvió de escenario para filmar partes de la película nacional “El día que murió el silencio”.

Otro dato interesante es que se guardan en el convento, ejemplares del periódico de principios del siglo XX, producido con una imprenta propia, de publicación semanal y de corte religioso, que daba a conocer noticias locales, nacionales e internacionales de toda índole. En la salida del Convento, en la puerta principal se lee esta inscripción en latín “Dominus bendicat exitum et introitum tuum”, que se traduciría a: “El Señor bendiga tu salida y tu entrada”.

Historia

Se tiene como primer registro de la construcción del convento, una carta fechada en 1 de septiembre de 1782; en ella el obispo de Santa Cruz de la Sierra, Alejandro José de Ochoa Murillo insta al virrey de Buenos Aires sobre la necesidad de edificar el colegio de Propaganda Fide en Tarata con el principal cometido de sustentar las misiones de “Nuestra Señora del Pilar de Mojos”, quienes se encontraban sin dirección debido a la expulsión de los padres jesuítas. Para tal cometido, el mismo obispo pone a disposición la suma de 20000 pesos para arrancar las obras. Tendrían que pasar más de diez años, para que se alistaran las Cédulas Reales de Carlos IV que autorizaban la Fundación del Colegio Propaganda Fide un 20 de noviembre de 1792.

Se encomendó la construcción al padre Hilarión Koche y a los maestros Juan Mercado y Ambrosio Veizaga. De la recolección de los hermanos se encarga el P. Berardo Ximénez Bejarano, un misionero español con notoria experiencia en “entradas” entre nativos. En 1796 los 21 hermanos llegan al Valle de Cliza y se hospedan en la Hacienda de los Padres Agustinos en Colpa Ciaco, donde se celebra el Primer Capítulo conventual. En 1797 se compran los terrenos y se inician los trabajos de construcción del Convento de Tarata.

Con cuatro años de construcción el nuevo convento tiene como primer Guardián al padre Francisco Lacueva, quien sin pérdida de tiempo realiza su visita a los nativos del Beni, guarayos, sirionós y pacaguaras del Madera con la intención de reducirlos. Las misiones se van incrementando y llegan hasta los mosetenes, de esta manera en 1805 se funda la Misión de Bibosí, cerca de Santa Cruz y posteriormente otras entre los yuracarés. El Valle Alto y Cochabamba serían los próximos objetivos evangelizadores, con Misiones a Mizque, Aiquile, Totora, Tintín y Pasorapa.

En 1826 el Mariscal Antonio José de Sucre ordena la clausura del Colegio de Tarata, y que todos se trasladen a un hospicio en Santa Cruz. A pesar de ello, se logra dejar a cuatro frailes y un misionero, el padre Francisco Lacueva, quien se queda entre los Guarayos hasta la víspera de su muerte en 1849.

En 1822 Fr. Francisco Lacueva fue elegido Prefecto de Misiones. En el mismo tiempo empezó a disminuir el número de misioneros españoles, algunos volvieron al país de origen o salieron de la Orden. En 1833 el Señor ante la crisis de misioneros, suscitó al inquieto misionero Fr. Andrés Herrero, quien acudió al Presidente de Bolivia, Gral. Andrés de Santa Cruz, para solicitar su apoyo y permiso para traer más misioneros de Europa. En 1834 llegaron los primeros misioneros italianos.

El 15 de septiembre de 1838 falleció el gran impulsor de los misioneros y Comisario General Fr. Andrés Herrero. Le sucedió el Vice-Comisario Fr. Matías Bretón. A mitad de la década de 1840 se va ampliando el templo San José con dos naves laterales y dos torres tipo espadaña. Dirigen la construcción los arquitectos italianos Rosetti y Grillo. En épocas posteriores con frecuencia se presentaba la crisis de misioneros. Algunos ya ancianos regresaron al país de origen, otros fallecieron en su labor misionera. La preocupación de los superiores era pedir a las provincias de Europa para que envían más misioneros.

El 7 de septiembre de 1930, el centro misionero de Tarata pasa a la Provincia de San Antonio de los Charcas y este lugar se convierte en un simple convento con escaso número de religiosos. El 13 de enero de 1931 se estableció el noviciado de la Provincia de San Antonio de los Charcas. En 1950 hasta 1966 del convento se hacen cargo los Franciscanos de la Provincia de San Virgilio de Trento (Italia). Después el convento se quedó al cuidado de las religiosas de Santa Clara, y allí permaneció por 18 años. El capellán responsable era Fr. Luis Fernández. Es en esta época que se desarrolla el culto a San Severino, como santo que beneficia al agro, el “Santo de las lluvias”. En 1989 las hermanas clarisas se repliegan a los claustros del Convento de Santa Clara de Cochabamba y termina de esta manera la etapa clariana.

Los franciscanos son dirigidos por el padre Leonardo Claure, “tarateño”, bajo la jurisdicción de la Provincia Misionera de San Antonio de Bolivia. En 1999, después de más de dos siglos de historia se decide que lo que fue “el activo Colegio de Misiones, y sagrado Convento de religiosos franciscanos, y místico Monasterio de Clarisas, sea Casa de Espiritualidad”. En 2006 comienza la restauración completa del convento vetusto y concluye a fines del 2008.

Ahora el convento se ha convertido en un Centro de Espiritualidad, donde los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos pueden realizar su retiro.

Ahora el convento se ha convertido en un Centro de Espiritualidad, donde los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos pueden realizar su retiro.